Sobre el método científico, desde la mirada de un neurologo, y el estudio del "Yo". Una cita textual del libro de Oliver Sacks (2010). Un antropólogo en Marte. Barcelona, Anagrama (compactos). (Nueva York, Knofp, 1997)
G.K. Chesterton:
La ciencia es una gran cosa cuando la tienes a tu disposición; en su sentido real es una de las palabras más grandiosas del mundo. ¿Pero a que se refieren estos hombres, nueve de cada diez veces, cuando la utilizan hoy en día? ¿Cundo dicen que la investigación es una ciencia? ¿Cuándo dicen que la criminología es una ciencia? Se refieren a salir del hombre, a estudiarlo como si se tratara de de un gigantesco insecto; en lo que ellos llaman una luz imparcial; en lo que yo llamaría una luz deshumanizada. Se refieren a alejarse un gran trecho de él, como si fuera un lejano monstruo prehistórico; observar la forma de su “cráneo criminal” como si se tratara de una protuberancia misteriosa, como el cuerno que hay en el hocico del rinoceronte. Cuando el científico habla de un sujeto, nunca ser refiere a si mismo, sino siempre a su vecino; probablemente a su vecino más pobre. No niego que es árida luz pueda ser de utilidad alguna vez; aunque en cierto sentido es el mismísimo reverso de la ciencia. Tan lejos está de ser conocimiento que de hecho es la supresión de lo que conocemos. Es tratar a un amigo como a un extraño y fingir que algo familiar es realmente remoto y misterioso. Es como decir que un hombre tiene una trompa entre los ojos, o que cada veinticuatro horas cae una vez en un arrebato de insensibilidad. Bueno, lo que llamas el “secreto” es exactamente lo opuesto. No intento salir del hombre. Intento adentrarme en él.
La exploracíon de los yoes y mundos profundamente alterados no es algo que se pueda llevar a cabo en una consulta o en un ambulatorio. El neurologo francés Francois Lhermitte es especialmente sensible a este hecho y, en lugar de observar simplemente a sus pacientes en la clínica, insiste en ir a visitarlos a sus casa, en llevarlos a un restaurante o al teatro, o a dar un paseo en su coche, en compartir sus vidas en cuanto sea posible. (p.20)
¿Acaso esta descripción difiere de lo que les pedimos a los psicólogos que hagan? o ¿Será acaso que los psicólogos somos más positivistas que los neurólogos, y asumimos que nuestro conocimiento es tan fuerte que podemos conocer-resolver los problemas de las personas desde un consultorio?